En su delirio
algunos "sabios" del secesionismo han llegado a explicitar, que en la
época geológica del eoceno (hace más de 37 millones de años) ya se apuntaban indicios de "soberanía geológica" catalana.
Catalunya era un territorio separado, una placa geológica diferencial. Millones
de años después los dirigentes políticos secesionistas deberían comprender que
un mundo "holístico" como el actual donde todo está
interconectado, la independencia no solo no es posible, sino que además no es
deseable.
El pasado 7 de diciembre (2016) algunos
medios catalanes destacaban a bombo y platillo los resultados del informe Pisa
2015: "La educación catalana supera por primera vez la media de la
OCDE". La consellera Ruiz mostraba su satisfacción
por la mejora de los alumnos catalanes en matemáticas y ciencias, le costaba
sin embargo explicar que en ciencias Cataluña se sitúa como la sexta
Comunidad de España, por detrás de Castilla y León, Madrid, Navarra... y que en
matemáticas volvíamos a estar por detrás de Madrid y en el quinto lugar.
La señora Ruiz, para justificar el retraso, recurría a una confusa explicación
sobre la enseñanza pública en Cataluña con relación a Madrid y del alto nivel
de inmigración.
Me atrevo a sugerir a las autoridades
educativas del nostre Govern algunos temas científicos que
sustituyan a la actual formación "patriótica" y que podrían
incorporarse a este modelo educativo catalán, anunciado como "modelo de
éxito", pero que no consigue situarse a la cabeza de España.
En un artículo que leí hace unos meses
sobre la "Historia geológica de Cataluña" se apuntaban indicios
de soberanía geológica hace 37 millones de años, en el
eoceno. La placa catalana Pirineus/Tetis estaba separada de la
europea y la ibérica. Cataluña era un territorio separado, una placa geológica
diferencial. Extraña que hasta la fecha no haya sido utilizado en algún debate
en el Parlament para justificar el "fet diferencial",
la "desconnexió", el "full de ruta",
el "procés"... Sin duda, el estudio del eoceno tendría
que ser asignatura obligatoria para alumnos catalanes.
El fenómeno de la mutación debería
ser sin duda objeto de estudio. Cataluña es un claro ejemplo de mutación. Esta
se define como cualquier cambio en la organización del ADN (genotipo) de un ser
vivo que produce una variación en las características de éste. Se presenta de
manera espontánea y súbita o por la acción de mutágenos, agentes físicos,
químicos o biológicos que alteran la información genética (usualmente ADN) de
un organismo. Sin duda, la mutación es un fenómeno paranormal que afecta a
muchos catalanes y a algunos de sus presidentes. El mutágeno que cambia la
información genética puede ser, en algunos casos, consecuencia de los errores
en la evaluación del entorno (resultado de las elecciones de noviembre del
2012). En otros se debe a mutaciones espontáneas provocadas por
"reparación de averías" (saqueos pujolistas) o por transformaciones
de los diferentes ADN patrióticos. Convergència será el más claro ejemplo de
estas mutaciones espontáneas, del nacionalismo conservador al independentismo
radical.
Permitidme una reflexión cuántica que
también deberíamos incorporar al acerbo científico de nuestros estudiantes. A principios
del siglo XX la mecánica cuántica nos brindó la posibilidad de comprender
mejor que no somos dueños del universo, "solo habitamos uno de sus
tiempos y sus espacios". Hoy, iniciado el XXI, estamos entrando en la
segunda era cuántica, que supondrá el final de las barreras físicas y que
está definida por el principio de la interrelación, lo que en términos
políticos sería la profunda interdependencia que diluye las soberanías
nacionales en sus primigenias concepciones decimonónicas.
Los políticos
secesionistas catalanes deben entender que vivimos en un mundo
"holístico", donde todo está interconectado y "el todo es mayor
que la suma de sus partes". El lehendakari Urkullu asi lo
ha entendido cuando afirmaba que "en un mundo globalizado la independencia
es imposible".
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